Dicen que hay que respetar las normas, pero muchas veces respetarlas no tiene sentido. Ayer me disponía a cambiar de acera (sin doble sentido), cuando cruzando la carretera el semáforo cambió de color. Estaba a medio camino y el hombrecillo rojo me indicaba que no podía continuar andando. Siendo un rebelde acabé de cruzar, pero ¿qué hubiera pasado si me hubiera quedado quieto?
Si realmente se respetaran las normas me tendría que haber quedado quieto y los coches, que aguardaban el cambio de su luz a verde, deberían haber arrancado y seguramente pasarme por encima. Con esto quiero decir: desde pequeño nos dicen que tenemos que respetar las normas si no queremos salir malparados. Pero en esta situación sales malparado si respetas las normas.
Entonces, desde aquí os digo, haced lo que queráis con vuestras vidas siempre que eso implique seguir vivos. Hala, pues ya está, ya he filosofado por hoy: todo lo que hagáis, si eso significa no morir de una manera atroz.
Pienso tontunadas, luego soy más feliz.
Un saludo,
Servidor